abel La Vía Escénica: LA LÍNEA MÁGICA (por Miguel A. González)

martes, 14 de octubre de 2014

LA LÍNEA MÁGICA (por Miguel A. González)

Una vez fui Guardia Civil. Yo tenía 18 años, estaba flaco como un palo de fregona y tenía un pelo largo y lacio que no me cabía en mi tricornio de papel charol. Me tocó hacer la ronda por un barrio del extrarradio de Madrid. Entonces fue cuando crucé la línea, cuando atravesé el umbral que separa la realidad de todo aquello que no es real, y entré por fin en La Taberna Fantástica. 

Aquella fue la primera vez en mi vida en la que me subí a un escenario. Era el grupo de teatro del instituto (al que yo ya no pertenecía, por cierto) y me saltaba las clases de magisterio sin que mis padres se enteraran para actuar con ellos… Estrenamos en octubre de 1996 en el salón de actos del propio instituto. La actuación tuvo tan buena acogida que hasta hicimos representaciones fuera: otros institutos, pequeños teatros de la comarca… La Taberna Fantas“tour”, le acabamos llamando. 
Yo me seguía escapando de clase, por supuesto… Era como una droga, y encima nos invitaban a pizza. Grandísimos recuerdos, sí…

Foto de Enrique Carnicero
Pero lo más fascinante era la magia, la ilusión del hecho teatral. Porque aquella taberna no sólo era fantástica, en su título y en su condición de lugar escenográfico… Durante la representación de la obra, se volvía real. El espacio que delimitaba nuestro pequeño escenario tenía vida e identidad propia. Pertenecía al mundo que habitábamos todos. Podría haber estado en cualquier salón de actos de un instituto, en cualquier teatro del mundo, que siempre hubiera sido la misma taberna de las afueras de Madrid… Nosotros lo sabíamos. El público también… Ese ha sido siempre el pacto secreto, el contrato no escrito entre los habitantes del mundo real, al que también se le llama “público”, y aquellos seres prodigiosos, paranormales, que llamamos “actores”, que son capaces de cruzar la frontera entre este lugar y la otra dimensión. No hay más. Una o varias personas realizan una acción, pronuncian unas palabras. Una o varias personas las contemplan en silencio, las escuchan, las observan. Eso es el hecho teatral, el arte de la escena... La membrana invisible que separa unos de otros es la frontera del sueño, es lo que delimita el espacio sagrado donde ocurre el milagro. Ese milagro que sólo se produce cuando público y actores conspiran juntos, secretamente, sin acuerdos previos.


Vengan. Súbanse a un escenario o siéntense en la butaca. Sitúense a un lado o a otro de la línea mágica. Pero, se ubiquen donde se ubiquen, sabed que ambos sois privilegiados. Yo, y todos los que hemos frecuentado ambos mundos, podemos garantizarlo. Porque estáis alimentando vuestra imaginación, vuestro espíritu, vuestra alma. Y os doy mi palabra: es tan adictivo como hermoso.

Miguel A. González

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